El padre Humberto Henríquez, capellán del colegio habló de la importancia que tiene la primera misa del año, ya que se coloca en las manos Dios todas las actividades futuras, vale decir “iluminado desde la experiencia con Jesús, la Familia Marista inicia la labor educativa y pastoral”. Esta vez se hizo en el Estadio, específicamente en el Rincón de la Paz un escenario perfecto para poder sentarnos y descubrir la presencia de Dios en medio de la naturaleza. La oportunidad es una herramienta para explicar el sentido con que la Congregación guía el año: “Corazones nuevos, para un mundo nuevo”. Pero además explica el Padre “está pensada como una instancia para renovar la espiritualidad y también para enfocar a los padres y apoderados sobre la línea colegial que queremos conquistar” “Damos las líneas centrales de lo que el colegio ha reflexionado para el año, bajo la palabra de Dios, momento para reunirnos como familia, para acoger a las distintas instancias colegiales, momento que se nota en la entrega de ofrenda. Pero sin duda que lo central que anima esta eucaristía es el poder reunirse con otros y eso nos ayuda, a querer recomenzar desde Cristo, como dicen las orientaciones pastorales de la Iglesia Chilena”, concluyó el capellán.