La subida, como todas las cosas, no estuvo exenta de dificultades, al ardor e ímpetu de los niños se contrapuso la tranquilidad y paciencia de los padres. Así es el camino de la vida, para alcanzar el cielo se requiere avanzar cuesta arriba entre alegrías y penas, descansos y dificultades. Cerca de la 17:30 horas se logró la cima, la Virgen del Cerro esperaba, como ha sido desde hace más de 100 años, fecha en que fue instaurada en dicho lugar, también esperaba las oraciones y cantos que con fe un curso completó le dedicó. Las peticiones escritas por niños y padres, fueron quemadas en el altar del lugar y como incienso subieron al cielo, de la mano de Maria Intercesora. Luego, lo que parecía más fácil, la bajada, por razón de un atajo puso a prueba las condiciones físicas y mentales de todos. Al término de la jornada, no obstante el cansancio, un curso renovado por completo, enfrenta con nuevas fuerzas el desarrollo de este año.