Un recuerdo y homenaje a este hombre visionario, profeta de su tiempo, santo para la iglesia y guía de los educadores, Marcelino supo combinar oración y trabajo, y dejar un testamento espiritual para las nuevas generaciones esparcidas a través del mundo. Por eso, dimos gracias y pedimos al Señor para que siga dando testimonio de fe a los jóvenes que educan y a la misión que se nos encomendó.

Una celebración dedicada a quien hiciera de esta frase la misión de todos nosotros: “Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar”.

La eucaristía fue presidida por monseñor Cristian Contreras, Obispo de la diócesis de San Felipe, quien en su homilía destacó la importante labor de la Congregación y el Instituto Chacabuco en particular, en la educación y formación de los niños y jóvenes del Valle de Aconcagua.

Recordó anécdotas personales para ejemplificar la importancia de los educadores en el proceso formativo de cada individuo y las huellas indelebles que se pueden dejar.

La entrega de las ofrendas fue otro momento significativo. Se presentó una fotografía con la imagen de Marcelino José Benito Champagnat Chirat, quien no buscó reconocimiento, sino hacer del servicio y la sencillez una oportunidad para vivir y compartir a Dios.
Acto seguido, se ofreció la Circular del Hermano Superior, Emili Turú para representar el esfuerzo de toda una Congregación por seguir sirviendo a la misión de la Iglesia.

Los movimientos pastorales EMI, GAMA y MARCHA, presentaron sus símbolos como una muestra que representan la iglesia del presente que vive de manera intensa a ese Jesucristo fraterno que se entrega por completo al prójimo.

En la acción de gracias, se compartió el Testamento Espiritual de Marcelino Champagnat junto al coro.